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El Presidente Abinader tronó y con mucho ímpetu respondió el pasado 10 de noviembre a la llamada del Alto Comisionado de los DDHH a R.D. solicitando la detención de las deportaciones masivas, argumentado que el Estado haitiano no garantiza el retorno seguro, ni los derechos fundaménteles de los deportados. La respuesta del Sr. Presidente genero opiniones a favor y en contra.

Luego de bajar la ola del enfrentamiento mediático entre el nacionalismo y los que promueven la migración sin control, es importante analizar el contexto y el alcance de la petición del Alto Comisionado.

¿Quién es el Alto Comisionado de los DDHH?

Es un organismo de la Naciones Unidas que tiene la responsabilidad de promover el respeto de los Derechos Humanos mediante el dialogo con los Estados, con el interés de que estos derechos sean garantizados

De igual forma, este organismo realiza auditorias cada 4 años a los Estados, presentadas en informes sobre el cumplimiento de los acuerdos firmados por los Estados en materia de DDHH.

La persona del Alto Comisionado de DDHH es nombrada por el Secretario General de la ONU y requiere de la aprobación vía votación de la Asamblea General representada por los 193 Estados miembros de las Naciones Unidas que incluye a República Dominicana.

¿Debe la República Dominicana cumplir la petición del Alto Comisionado de parar las deportaciones?

La respuesta es un categórico No. Un Estado es soberano de aplicar su política migratoria de acuerdo a su normativa jurídica nacional. Más aun, cuando dicho Estado no ha comprometido su soberanía en materia migratoria mediante un tratado internacional, como es el caso de República Dominicana.

El Estado dominicano si debe garantizar los derechos fundamentales de las personas deportadas, y que el proceso no debe afectar la digna de quienes son devueltos a su país de origen. En especial los menores de edad, que deben cumplir con el protocolo de deportación socializado con UNICEF.

¿La respuesta del Presidente fue la adecuada y en defensa de la soberanía?

La repuesta fue agresiva y desafiante, muy distante de lo que se estila en la diplomacia. Para mantener nuestra política migratoria no es necesario elevar un discurso de enfrentamiento público internacional, con quien está jugando su rol de promotor de los Derechos Humanos, además, en algún momento debemos trabajar juntos como miembros de la Comunidad Internacional.  Bastaba simplemente indicar que nuestras condiciones socio-económicas no permiten que República Dominica mantenga la gran cantidad de inmigrantes irregulares en el territorio nacional.

Por tanto, desde el punto de vista diplomático no fue la mejor forma de responder. Sin embargo, desde el punto de vista político electoral elevo la simpatía y la posición mediática del Presidente fue elevada, tanto asi, que el Presidente consiguió algo muy difícil, el apoyo de la oposición, que  en busca de la simpatía de una mayoría por lo menos mediática no tuvo otra opción que apoyar la respuesta del presidente por desconocimiento o por montarse en la ola de nacionalismo desbordado y no ser tildados de traidores a la patria, como pasa con quienes analizan el tema desde una visión diferente a deportar todos los haitianos como solución del problema.

Finalmente

República Dominicana puede mantener una política migratoria de acuerdo a su normativa jurídica nacional, realizar las deportaciones que entienda necesarias, sin la necesidad de enfrentar a un organismo internacional, más aun, cuando este enfrentamiento puede traer otros tipos de resultados negativos para el Estado Dominicano. Y para evitar este tipo de eventos, no existe mejor remedio que la protección de la frontera evitando el cruce de inmigrante irregulares.

Por otra parte, la respuesta del presidente como instrumento electoral, utiliza el enemigo externo como responsable de los males internos que el gobierno no puede o no quiere controlar. Para muestra, el primer mandatario aglutino todo el apoyo, a pesar de no ser la medida idónea. Provocando la reacción de los Estados Unidos en contra del interés nacional.

Hoy la camiona es un instrumento electoral, ver el camión de migración circulando es las calles refleja para muchos la lucha en favor de nuestra soberanía, mientras tanto, los consulados dominicanos en Haití aun estando cerrados siguen emitiendo miles de visas, el cruce de irregulares por la frontera no para, el caudal de préstamos no se detiene hipotecando nuestra soberanía. Atacar estos males sería una verdadera lucha soberana.

Por Heriberto Tejada

Candidato a Regidor por la CIR. 2 de SDE por Opcion Democrativa, Especialista en Geopolitica, DDHH y DIH, Mag. en Relaciones Internacionales, Coordinador en: www.analisisglobal.com

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